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jueves, 26 de abril de 2012

Tras las huellas del libertador José de San Martín

    


Buscando explicaciones para las interrogantes que me acucian desde mi época escolar, pero sobre todo tratando de cumplir un antiguo anhelo, llegué a Yapeyú (“fruto maduro” en Guarani) pasado el medio día bajo una ligera lluvia que atenuó el caluroso ambiente.

Al cruzar el arco que simboliza la puerta de entrada al histórico pueblo mi emoción aumentó; había llegado a la cuna del General José de San Martín. El ómnibus en que viajábamos tuvo tiempo aún para recorrer parte de la localidad compuesta por casonas antiguas pero bien arregladas entre las cuales se destacan algunas casas más modernas.

Aplacada la llovizna caminé por sus calles anchas y bien enmarcadas, aunque la mayoría sin asfaltar donde pude sentir la apacibilidad de la vegetación, las flores y los árboles frutales que rodean esta localidad donde sus habitantes disfrutan el privilegio de carecer de agitados lugares de esparcimiento, supermercados, bares o bulliciosas discotecas. Es decir, un lugar placentero, de tierra roja, de gente hospitalaria y orgullosa de su historia.
      
                  El letrero que indica el rumbo a la casa del Libertador


Este pueblo fue fundado en 1627 a orillas del río Uruguay con el nombre de “Nuestra Señora de los Reyes de Yapeyú” y formó parte de las 30 Misiones o Reducciones guaranies creadas por jesuitas en el siglo XVII para albergar y evangelizar a los nativos. Experiencia que duró hasta 1768 cuando los miembros de esa orden fueron expulsados de los dominios de la corona española, dejando a los indígenas a merced de aquellos que se dedicaban a la búsqueda y venta de esclavos.     
          
En el año 1774 se designa al mayor Juan de San Martín, natural de España, como gobernador de Yapeyú, donde llega con su esposa y sus tres hijos. En ese lugar nace en 1776 su hijo Justo Rufino y el 25 de febrero de 1778 su quinto hijo José Francisco de San Martín, quien sería el libertador de tres naciones.
      
                    El Cuartel de los Granaderos a Caballo de Yapeyú
                         fundado por el general José San Martín


En mi recorrido por ese rincón de América donde el tiempo parece haberse detenido, pude percibir además la mezcla de lo ancestral y virreinal en medio de una discreta modernidad; una combinación que se empezó a matizar desde que Yapeyú iniciara su reconstrucción, después que en el año 1817 un ejército portugués tratando de ampliar sus fronteras saqueara e incendiara los pueblos de la parte occidental del río Uruguay.

Por la noche, tuve la oportunidad de disfrutar de la serenidad que solo se puede percibir en lugares alejados de las grandes metrópolis y al día siguiente bajo un esplendoroso sol, me puse en marcha hacia las ruinas de la casa donde nació el Libertador, la que se encuentra dentro de un palacete resguardado por miembros de los “Granaderos a Caballo”, escuadra fundada en Yapeyú por el mismo San Martín. En ese lugar se encuentra además la urna que guarda los restos de los padres del Libertador.

      
             Las ruinas de la casa de Yapeyú, donde nació San Martín


En mi recorrido por el pueblo encontré el retoño de la famosa higuera donde solía jugar San Martín de pequeño, restos de la reducción jesuita, la iglesia, el monumento a la madre del libertador y me sorprendió encontrar un arco a medio construir como monumento a los caídos en la guerra de las Malvinas. Visité también el cuartel de los Granaderos a caballo donde funciona un museo que guarda gloriosos uniformes, espadas, documentos y muchas cosas importantes, de donde me lleve como recuerdo unas viejas herraduras de uno de los caballos de ese histórico reducto.
      
                  Un oficial del ejército argentino me da de presente las
                  herraduras de uno de los caballos de los granaderos,
                                       de ese glorioso cuartel.

Así, después de visitar las ruinas de una Iglesia jesuita del siglo XVIII, conocer su anfiteatro, admirar la imagen de Su patrono San Martín de Tours, en la iglesia principal y hacer muchas amistades; retorne de Argentina atiborrado de fotografías, documentos, herraduras, piedras y tierra de Yapeyú que guardo celosamente en pequeñas urnas ubicadas sobre uno de los estantes de mi humilde oficina periodística aquí en Porto Alegre; objetos que estoy seguro tienen impregnados algo de la energía que fluía en el entorno del niño José Francisco cuando jugaba y correteaba con niños guaranies y que llenaron su espíritu de honor, justicia y patriotismo, pilares de la epopeya para la libertad de Argentina, Chile y Perú.
En Yapeyú, respirando sus aires de libertad, me sentí más peruano, más latinoamericano, más orgulloso de mi historia y del coraje de nuestros pueblos.
Solo ruego a Dios, me permita volver algún día.

               

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