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domingo, 14 de julio de 2013

Orlando Villas-Bôas, el mejor amigo y protector de los indígenas de la amazonía brasileña.

 
Hijo de una tierra de nombre indígena — Botucatu (SP) — el investigador Orlando Villas-Bôas fue el mejor amigo de los indígenas de la amazonía brasileña. Precisamente por el rescate de las tribus xinguanas fue indicado en dos oportunidades para el Premio Nóbel de la paz.
Villas Bôas, nació el 12 de enero de 1914. A los 27 años llevaba una vida tranquila de contador en su ciudad, cuando el gobierno Vargas empezó a reclutar trabajadores para la expedición Roncador - Xingu. Admirador del Mariscal Cândido Rondon, Orlando se entusiasmó con la posibilidad de participar de la gran marcha al Oeste y, junto con sus hermanos menores, Cláudio y Leonardo, se apuntó en el puesto de reclutamiento, en Sao Paulo. Fueron reprobados porque sabían leer y escribir. Pero los Villas-Bôas no se dieron por vencidos: se dejaron la barba larga, se broncearon durante un mes, volvieron al puesto y se declararon analfabetos y fueron aceptados.
Empezaba allí, en 1943, una de las mayores aventuras del siglo 20, la historia de 35 años de dedicación de una familia. Orlando fue ayudante de albañil hasta que descubrieron que sabía leer y escribir. Fue entonces promovido a secretario y dos años después asumió el comando de la expedición. Al lado de sus comandados, recorrió más de mil kilómetros de ríos y 1.500 kilómetros de campo abierto. En ese camino, nacieron 43 ciudades y villas y 19 campos de aterrizaje, que serían transformados en bases militares, puntos de apoyo de la aviación y puestos de ayuda a la población indígena. Fueron contactados más de cinco mil indígenas de 20 tribus y 14 etnias. La expedición fue atacada 19 veces, pero por orden del comandante los indígenas eran repelidos con tiros para arriba.
Su mayor logro, que llevó los indígenas a le dedicaren el Quarup (más importante ceremonia religiosa y deportiva de los indígenas del Xingu), en el 2003, fue la creación del Parque Nacional Indígena de Xingu, en 1961. Con área más grande que la del Estado de Sergipe, la reserva es el resultado de la lucha del “Indígena Blanco”, como Orlando era llamado, y de sus hermanos.
En los años vividos en la floresta, los hermanos Villas-Bôas tuvieron malaria más de 200 veces. Sin embargo, la vida le dio compensaciones a Orlando: dos veces, fue indicado, en la década de 70, por personalidades e instituciones internacionales, para el Premio Nobel de la Paz. Después de años en la foresta, en 1973, Orlando decidió volver a vivir en Sao Paulo, donde siguió defendiendo la causa indígena. “Necesitamos salvar esta otra humanidad”, solía decir. Al lado de su hermano Cláudio, además del diario sobre la gran expedición, publicó libros, entre ellos, Índios do Xingu; y Xingu: los indígenas y sus mitos.
Murió de falencia múltiple de los órganos, a los 88 años, el 12 de diciembre del 2002. Dejó viuda a Marina Villas-Bôas, con quien tuvo dos hijos, Noel y Orlando Júnior.

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