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domingo, 31 de marzo de 2013

Se desarrolló la V edición del Tribunal Internacional de Justicia Restaurativa en El Salvador.


Teniendo como sede la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) de San Salvador, entre los días 20 y 22 de marzo, se llevó a efecto la V edición del Tribunal Internacional para la Aplicación de la Justicia Restaurativa en El Salvador.

Este  Tribunal viene actuando desde hace 4 años gracias  a la excelente labor realizada por el Instituto de Derechos Humanos de la UCA-IDHUCA  con el apoyo y la participación de los jueces y magistrados de España, Brasil, El Salvador y Paraguay. El objeto de este Tribunal es devolver el significado a la memoria histórica de ese país y obtener reparación para todas las víctimas de las graves violaciones de derechos humanos a lo largo de la guerra de los años 80 que quedaron sin investigar ni juzgar tras los acuerdos de paz de 1992 y la ley de amnistía de 1993.
De esta forma las víctimas de estas violaciones podrán  ser escuchadas -muchas de ellas por primera vez-  y  podrán reportar los maltratos y las violaciónes de todos lo que  los que sufrieron terriblemente, en ese espació judicial serán escuchados con atención; es decir su sufrimiento no continuará en silencio, ni quedará impune.
En esta edición, se presentados ante este Tribunal, siete casos de violaciónes de Derechos Humanos durante el período de 1972 a 1992 (siendo de 1981 a 1992 el período de conflicto propiamente dicho). Se trató de casos de tortura, desapariciones forzadas, ejecuciones sumarias y matanzas, todos ellos cometidos contra una población civil totalmente carente y desprotegida, cuyo único "error", cuando mucho, fue luchar por sus derechos y por un mejor país.
Las cifras dan cuenta de un total de 80 000 personas víctimas de desaparición forzada y / o asesinadas, en su mayoría debido a las acciones de las fuerzas del gobierno En este contexto, existen muchas familias salvadoreñas que tienen entre sus miembros a algunas de las víctimas de tortura, ejecución o desaparición forzada. También hay muchas historias de familias que fueron diezmados por completo en matanzas cobardes lleva a cabo directamente en contra de poblaciones humildes, incluso contra de aquellos que no tenían condiciones de defenderse a sí mismos, como los niños y los ancianos.
Así fue la "Masacre 18 Marzo" que tuvo lugar en Santa Marta, la ciudad de Cabañas en 1981. En esa ocasión, las familias campesinas tratando de cruzar el río Lempa, en la frontera de El Salvador en busca de sobrevivientes en tierra hondureña, fueron interceptados por helicópteros y aviones del ejército salvadoreño que empezaron a ametrallar a la población local. Los disparos mataron a decenas de personas, muchas de las cuales en su desesperación, se lanzaron al agua sin saber nadar. Inmediatamente después, las compuertas de la presa "15 de septiembre" se abrieron, haciendo que el gran torrente de agua termine el trabajo iniciado por el ejército.
Evidentemente, se trata de un país que clama justicia, que establece que las víctimas sean reparadas lo mejor posible y que esos crímenes sean debidamente investigados con el fin de poner de manifiesto la verdad, para que los culpables sean jusgados y evitar así, que este reciente y cruel pasado vuelva a repetirse.
De esta forma, el Tribunal Internacional de El Salvador viene dando una importante contribución a través de este espacio donde se escucha a las víctimas, para revelar la verdad, a fin de conseguir la reparación moral que esta gente tanto necesita, en vista que el gobierno salvadoreño, la sociedad civil, y la comunidad internacional continuan indiferentes y sin hacer nada, es que tenemos el deber de ayudar a los que más sufren.
Una prueba más de la destacada labor que viene realizando IDHUCA es que, el 20 de marzo fueron presentadas por las víctimas, ante la Fiscalía General de la República de El Salvador, 43 denunciaslas violaciónes de Derechos Humanos sean investigados y procesados. Los denunciantes tuvieron en todo momento la asesoría de abogados y abogadas del Instituto.
En la misma fecha, con la presencia y apoyo del juez español Baltasar Garzón, presentada en las actuaciones del Tribunal Supremo la anulación de la ley de autoanmistia salvadoreña y un proceso de anulación de la ley que implica la prescripción en 10 años de crímenes crímenes de lesa humanidad. Crimenes que según la Corte Interamericana de Derechos Humanos son inalienables y no susceptibles a anmistía.
            (Luciana Ruttscheid​t)

 
Opinión de la redacción de Impressor  Braziliense.- Más allá de las definiciones legales y doctrinales, la experiencia adquirida con las víctimas salvadoreñas; con sus dolores y desencantos, sus anhelos y alegrías, nos demuestra que la justicia solo será real para ellas cuando se recupere la verdad, y se juzgue a todos aquellos que de forma indolente truncaron sus proyectos de vida. De esta forma no solo se hará justicia, sino que se les brindarán las condiciones necesarias para que al menos puedan alcanzar una existencia de calidad.
Este tipo de Justicia Restaurativa que se viene aplicando en El Salvador con todas las víctimas de violaciones de Derechos Humanos, debe servir de ejemplo para que sea inplantada en todo país, o en cualquier región del mundo donde existan este tipo de atentados contra la vida y los derechos no solo humanos, sino también de los animales y de la ecología, a fin de encontrar la verdad y la justicia, las que serviran de medio para reparar integralmente a todas las personas, comunidades y grupos sociales del mundo, que aún están a la espera de la restauración de sus derechos violentados... y para lograr también que nuestro habitat sea un espacio digno para la vida. (RRC.)

Mexico DF. La ciudad de los museos



"Les propongo que cuando entren a un museo dejen ir su imaginación, esa va a ser la diferencia, los hay de todos los gustos, sabores, olores", dice Verónica Muller, la Dama de los Museos mexicanos.

Veronica es una secretaria a punto de jubilarse que estudió Turismo y ha dedicado los ratos libres de sus últimos 30 años a recorrer y difundir el contenido de los museos del Distrito Federal. En el 2008 hizo su tesis sobre el tema, está convencida de que cualquiera puede encontrar el suyo, no sólo los más de 12 millones de turistas que pasasn por la urbe al año sino, sobre todo, los chilangos.
ex alcalde de la ciudad Alejandro Encinas dijo en 2006 que el DF era la ciudad con más mueseos en el mundo. El dato es imposible de comprobar porque en el Libro Guiness no hay ninguna localidad consignada por este motivo y no existen censos internacionales con criterios comunes para hacer comparaciones pero nadie duda de que la oferta de la capital mexicana es de las más variadas. La Secretaría de Turismo del DF enumera 171 museos pero Muller asegura que ella ha visitado más de 200, un número similar al de Londres pero muy por delante del centenar de Buenos Aires o Pekín, de los 70-80 consignados en las guías de París o el cerca del medio centenar de Madrid.

De Diego Rivera a los dioses aztecas

En una de las esquinas del Zócalo,  el Templo Mayor sumerge al visitante de Tenochtitlán, sus dioses, sus sacrificios, su comercio. El ruido del tráfico queda en un segundo plano y cuesta imaginar el edificio de 60 metros de altura en el que Moctezuma buscó inspiración contra los invasores. Allí ahora se levanta la Catedral Metropolitana, erigida como demostración de fuerza sobre el recinto sagrado prehispánico, que se hunde levemente por uno de sus extremos debido a lo inestable del suelo o, dicen otros, tal vez porque el ‘Dios de la Tierra’, Tlaltecuhtli (dibujado en algunas bases de las columnas utilizadas en construcciones coloniales), quiso igualar a vencedores y vencidos.
Sin salir del Zócalo, se pasa de observar las representaciones de Tláloc, el dios de la lluvia, a la revolución industrial y el combativo inicio del siglo XX, auge de los más grandes muralistas mexicanos presentes en mil de edificios del centro, del Palacio Nacional a la Secretaría de Educación. Para los amantes de Diego Rivera merecerá la pena dejarse abrazar por los sofás plantados frente al 'Sueño de una tarde dominical en la Alameda central', epicentro del Museo Mural de dicho autor. O pasear por la sección segunda del Bosque de Chapultepec hasta encontrar El Cárcamo de Dolores, un tesoro recuperado hace poco más de dos años que combina la pintura de Rivera y una obra hidráulica desde donde se abastece a un tercio de la ciudad, y que puede visitarse al compás de una melodía suave y extraña que varía según el sol, el viento y el agua que pase por el cárcamo.
La oferta museística del DF va desde la majestuosidad de Bellas Artes o el Museo Nacional de Antropología e Historia, que hay que degustar a pequeños sorbos para no empacharse, a la originalidad del Anahuacalli, la pirámide escondida por la que, hay días, que tan solo pasan un par de visitantes, o la humildad de los pequeños museos comunitarios como el de Teopanixpa, en el Monte Ajusco, donde uno puede tomarse temazcal después de admirar un lienzo del siglo XVI, o el Museo del Cabús, en Tlalpan, un vagón que acumula recuerdos y anécdotas de la vida de un ferrocarrilero al que el paseante llega por la ciclovía que conduce a la vieja estación de La Cima.

De Frida Khalo a Carlos Slim

Pero, ante todo, la ciudad ofrece museos vivos, participativos, que rompen moldes. La economía deja de ser aburrida en el MIDE, (Museo Interactivo de Economía) internacionalmente premiado, mientras paseas por miles de pesos triturados, creas tu propio billete, o te conviertes en un inesperado agente de bolsa. El arte se despoja de las grandes firmas al pasar unas horas en los talleres infantiles del Museo de Arte Popular donde lo importante es el trabajo artesanal, no quien lo realiza.
La casa azul, casa-museo de Frida Khalo.
                       La Casa Azul de Frida Kahlo
Pasear por el Centro Escultórico de la UNAM, entre la piedra volcánica del Xitle, carga al visitante de energía pero un nudo se instala en el estómago si se sube a uno de los vagones traídos expresamente de Polonia que llevaron a millones de judíos a los campos de exterminio nazis y que forman parte del Museo de Memoria y Tolerancia, un recorrido visual e interno por las atrocidades del hombre en el mundo, desde Ruanda a Camboya, pasando por el Holocausto nazi y el México actual
“Los museos son educación al ritmo particular de cada cual”, insiste Verónica Muller, reconocimientos a la vida de un individuo (El Estanquillo de Carlos Monsivais, La Casa Azul de Frida Kahlo) o a toda una comunidad. El Cuartel Zapatista de Milpa Alta no solo es un homenaje a Emiliano Zapata o al Plan de Ayala allí firmado, sino a los personajes que vivieron aquellos revolucionarios días de principios del siglo XX y en los que los actuales vecinos reconocen a un abuelo, a un tío. Y la Casa de Luis Barragán, el primer latinoamericano en ganar el premio Pritzker, el Nobel de Arquitectura, es la única casa del siglo XX declarada por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad, tanto por sus genialidades como por sus rarezas (árboles torcidos para crear embrujo, puertas por doquier, burbujas espías para vigilar a los invitados…)
Hay museos privados, como eldel hombre más rico del mundo, el Soumaya de Carlos Slim o colectivos y al borde de la extinción, como Museo Vivo del Lago de los Reyes Aztecas, un recorrido lacustre, entre las chinampas (balsas de tierra destinadas a la agricultura) y ahuejotes (característicos árboles de la zona) de los canales de Tláhuac, que se ahoga por falta de ayudas y el exceso de contaminación. De hecho, los museos también mueren, ya sea por falta de interés, de dinero, por trabas burocráticas o sin dar explicaciones, como el Museo del Sexo, que analizaba las costumbres y mitos del sexo en cada cultura y del que ahora solo queda el cartel.

Junto a los canales de Xochimilco

Y, por supuesto, hay rarezas. La Isla de las Muñecas, en Xochimilco, lo mismo puede ser tachado de ser un basurero de juguetes rotos, como el paraiso de personajes de ficción como Chucky, el muñeco diábolico. Las instalaciones experimentales del Museo del Eco pueden ser objetos absurdos o arte sugerente. Y los dibujos de delincuentes del Museo del Retrato Hablado, psicología del rostro en estado puro o reliquias de un fisonomista venido a menos.
Quizás por eso, lo mejor es seguir el consejo de Verónica Muller, que a través de su programa de radio y su web propone dejarse llevar por la imaginación y romper tabúes, “porque los museos –reitera una y otra vez- no huelen a polvo, ni son elitistas, son espacios al servicio de la sociedad, muchos de los cuales pueden visitarse algunos días sin pagar ni un solo peso”.

Mario Lobo Zagalo cuatro veces campeón del mundo con la selección de fútbol de Brasil



Nacido aún en la década de los 30, en Maceió (AL), el día 9 de agosto de 1931, cuando el fútbol aún daba sus primeros pasos en Brasil, Mario Jorge Lobo Zagallo vino al mundo para ser diferente.


Supersticioso, marcó época por su obsesión con el número 13 y por diversas manías adoptadas para obtener suerte –que de hecho posee: ganó cuatro Mundiales de Fútbol con la Selección.

El Viejo Lobo, como es conocido, se mudó a los 8 meses de edad para Rio de Janeiro, en aquella que sería la ciudad que escribiría prácticamente toda su historia en el deporte. Entró en el América-RJ, en 1943, como socio contribuyente del club. Practicaba vóley y tenis de mesa, pero fue jugando como puntero izquierda que descubrió su vocación.

Acabó transfiriéndose para el Flamengo en 1951, y allá dio un paso significativo para su crecimiento como futbolista. Fueron siete años con la camisa rojo-negra, 217 partidos, tres campeonatos cariocas y un lugar en la Selección Brasileña. Se volvió una pieza clave en el esquema táctico que trajo a Brasil su primer título de Mundial, en 1958: era el puntero que retrocedía para auxiliar al medio del campo, en el famoso esquema 4-3-3 que tuvo éxito en Suecia. Pequeño y veloz, dejó al buen Pepe en la reserva del equipo, se volvió la “hormiguita” del equipo, atacando con peligro, ayudando en los laterales, empujando los contraataques y ayudando en las jugadas defensivas.

Después de la conquista, pasó a jugar por el Botafogo, de donde no saldría más. Venció dos estatales, fue bicampeón del mundo por la Selección en 1962, en Chile, y permaneció en General Severiano hasta colgar los botines, en 1965, con 34 años. A partir de ahí, se dedicó a ser un entrenador estudioso, que ganó seguido dos cariocas y una Copa Brasil –una de las competiciones que antecedieron al Campeonato Brasileño– por el equipo de Estrela Solitária. Luego, llegó al mando del equipo principal de Brasil y debutó en un amistoso de un combinado Botafogo Santos, que goleó a Argentina por 4 a 1.

Zagallo no sintió el peso de reemplazar al legendario João Saldanha en el mando de aquel que es considerado por muchos como el mayor equipo de todos los tiempos: la Selección Brasileña de 1970, tricampeona en el Mundial de México con seis victorias en seis partidos. Respaldado por la conquista, el Viejo Lobo siguió en el mando del seleccionado nacional hasta el Mundial de 74, en Alemania, pero sucumbió en las semifinales por el poderoso equipo de Holanda y dejó el cargo.

Entre los años 70 y 80, Zagallo pasó por diversos clubes cariocas: Fluminense, Flamengo (dos veces), Botafogo (dos veces más), Vasco da Gama y Bangu, con más destaque para el equipo de Gávea, por el cual fue campeón de dos Campeonatos Cariocas y ayudó a revelar el medio Zico. Aún en esa época, entrenó a las selecciones de Kuwait, de Arabia Saudita y de los Emiratos Árabes Unidos, clasificando este último para el Mundial de 1990. En los años 90, tuvo un nuevo paso por el Vasco y retornó a la Selección en 94 como coordinador técnico del equipo dirigido por Carlos Alberto Parreira que fue tetracampeón en los Estados Unidos.

Retomó el cargo de entrenador seguidamente y dirigió el equipo en el Mundial de 98, pero perdió la final para Francia, en el juego que quedó marcado por la convulsión del atacante Ronaldo.

Ya sintiendo el peso de la edad, Zagallo todavía pasó por la Portuguesa y tuvo un último paso victorioso por el Flamengo, con la conquista del Carioca y de la Copa de los Campeones del 2001. Incluso tuvo un nuevo paso por la Selección como coordinador, nuevamente por un seleccionado dirigido por Parreira, pero vio al país caer aún en cuartos de final del Mundial de 2006, en Alemania. Abandonó el fútbol como el primero en haber vencido el Mundial de Fútbol como jugador, técnico y como coordinador, habiendo sido responsable directo de cuatro de los cinco títulos mundiales brasileños. De hecho, las supersticiones de Zagallo le dieron mucha suerte.