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domingo, 16 de octubre de 2016

Los poemas, la “Feijoda y el Mocotó” en el antiguo Bar Naval de Porto Alegre

La foto que inicia este artículo, es realmente de colección… Fue tomada en el antiguo y querido Bar Naval que estaba ubicado dentro del Mercado Publico de la ciudad de Porto Alegre, uno de los lugares más emblemáticos y parte de la historia de esa prospera ciudad brasileña. El Bar Naval fue un lugar que los años le dieron la categoría de punto de reunión de renombrados periodistas, políticos, intelectuales, cantores, compositores y poetas, entre otros bohemios y turistas que lo visitaban porque les habían comentado que ahí podían sentir el latido del corazón de la ciudad. Era común ver artistas como, Tulio Piva, Elis Regina, Lupcinio Rodríguez y hasta Carlos Gardel.
El Bar Naval fue adquirido por Don João Fernández da Costa, un emprendedor portugués que compró a otro portugués  las tiendas numeradas con el 91 y 03 del Mercado Público de Porto Alegre, principal centro de abastos, hoy convertido además en uno de los principales puntos turísticos de la ciudad. Don João jamás pensó que su establecimiento, con el tiempo, sería condecorado por el municipio así como por otras entidades publicas y privadas, además de mencionado en artículos de revistas y periódicos por su calidad y trayectoria y por su centenaria antigüedad.
En la foto se me puede ver junto a su administrador, el emblemático poeta Don Paulo Naval, quien entrelazó su vida a la del bar desde el día que empezó a trabajar como mozo en 1957, y no obstante el paso de los años don Paulo continuó atendiendo y sirviendo con el mismo entusiasmo de antes los “chops” bien helados, o sus solicitados “bolinhos de bacalao”. Don Paulo solía decir: Aquí es el único lugar donde usted saboreará una “Terrible feijoada” (frejolada) o un “Violento Mocotó” (Deliciosa sopa brasileña). En otras oportunidades manifestaba sonriendo: Eso sí; si usted sufre del corazón es mejor que ni se acerque por este lugar porque estos platos son terribles y violentos.
Cuando me tocaba recibir algún amigo, o a un turista que llegaba en nombre de otro amigo, solía llevarlo -dentro del clásico paseopor el centro de la ciudad- a visitar el Bar Naval y quedaban encantados; no se cansaban de sacar fotos al peculiar estilo del establecimiento ya que era un bar como suelen reflejarse en las tradicionales y antiguas películas brasileñas, con sus vetustas mesas y sillas, con su mostrador de gruesa madera soportando una antigua caja registradora y sus andamios llenos de variadas bebidas y licores, muy al estilo portugués, por momentos quizá algo desordenado, pero con una extraña e indescriptible energía que nos hacía sentir muy bien. Más, lo que completaba el encanto de la visita, era además de la gentil atención recibida, los bellos y singulares poemas que don Paublo Naval dedicaba a sus clientes y amigos.
Hace unos años (seguramente un nuevo dueño) decidió “Modernizar” al Bar Naval, y que hoy, si bien está muy bonito y moderno, ha perdido su identidad, Ya no están más las antiquísimas fotos que reflejaban las calles antiguas de la ciudad, con sus desaparecidos cinemas, clubes, boîtes y los tradicionales “bondes” o tranvías que surcaban por sus principales avenidas, o las de las más distinguidas personalidades que solían visitarla; desaparecieron los cuadros con las reflexiones o poemas escritos a mano que colgaban de sus paredes firmadas por alguno que daba cuenta que “estuvo ahí” Desaparecieron también las viejas mesas donde quizá el famoso compositor Lupcinio Rodríguez empezó a escribir su laureado bolero “Venganza”, o donde algunos sindicalistas bosquejaban su pliego de reclamos. Sin embargo –tengo entendido- que la atención es muy esmerada y su culinaria es tan buena como antes… Debe ser.
Hoy cuando visito el emblemático Mercado Publico de Porto Alegre, trato de no pasar cerca del nuevo Bar Naval, no porque no me agrade, sino porque no quiero que se me borre de la mente la imagen de un lugar y de un amigo que me acogíó con alegría, con unos hermosos poemas, con una “terrible frejolada” o quizá con un “violento “Mocotó”.

El médico brasileño Carlos Chagas y su valioso aporte a la medicina tropical



Carlos Chagas nació el 9 de julio de 1979 en la ciudad de Oliveira, un municipio perteneciente al Estado de Minas Gerais. Fue un medico y científico brasileño, que, en 1909 cuanto trabajaba en el Instituto Oswaldo Cruz de Río de Janeiro, descubrió el virus causante de la enfermedad o el mal de Chagas,
Después de cursar sus estudios secundarios en Itu, São Paulo, y São João del Rei, se alistó en la Escuela de Ingeniería Minera de Ouro Preto, pero se cambió a la Escuela de Medicina de Río de Janeiro en 1897, influido por su tío, quien era médico y dueño de un hospital en esa ciudad. Chagas se graduó en 1902 y obtuvo su doctorado al año siguiente con una tesis sobre lahematología de la malaria, trabajando en el nuevo instituto de investigaciones médicas creado por el notable médico y, más tarde, amigo y colega, Oswaldo Cruz(1872-1917).
En 1907 fue designado como jefe de la Comisión de Estudios sobre la profilaxis de la malaria en Minas Gerais, y dos años después descubrió el protozoario flagelado Tripanosoma Cruzi, causante de la tripanosomiasis brasileña o enfermedad de Chagas.
en 1910 Ingresó en la Academia Nacional de Medicina y a partir de 1918 llevó a cabo la campaña contra la epidemia de la gripe española que devastó Río de Janeiro. Al año siguiente fue nombrado director de la Sanidad Pública. Recibió numerosos títulos, condecoraciones y premios, entre los que destaca el Premio Shaudim (1912), concedido por Alemania en reconocimiento a sus estudios originales sobre protozoología.
En 1917 Chagas fue designado Director del Instituto Oswaldo Cruz y desde en 1920 hasta 1924 fue Director del departamento de Salud de Brasil, donde organizó servicios y campañas especiales de cuidado de la salud y prevención para la epidemia de “Gripe Española”, “enfermedades de Transmisión sexual”, “lepra” “tuberculosis” y otras enfermedades endémicas rurales.
El descubrimiento de Chagas fue reconocido nacional e internacionalmente como uno de los logros más importantes de la parasitología por lo que fue nominado dos veces al Premio Nobel de medicina en los años 1913 y 1021, pero nunca recibió el premio.
Carlos Chagas con tan solo 55 años, murió el 8 de noviembre de 1934 en Río de Janeiro de un infarto al miocardio, dejando grandes aportes cientificos para la humanidad.