Si algo estoy lamentando hasta hoy, es no haber estado en
Lima para asistir a la presentación del más reciente libro de Winston Orrillo,
denominado “Poesía esencial”. Una antología personal, donde el autor ubica -con
el debido respeto y cariño- una selección de sus poemas escritos a lo largo de
cincuenta años.
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La
cita fue el día sábado 16 de noviembre de este 2013, en el Parque Municipal de
Barranco, aquel bello y tradicional distrito de Lima, Perú; cuna de poetas,
cantantes, pintores, y donde podemos disfrutar además, de ensoñadores, bohemios
y románticos lugares. Ahí estaba Winston Orrillo, frente a los poetas, los
amigos, los alumnos, los maestros, los amantes de la poesía y los que deseaban
conocerlo personalmente. Ahí estaban, todos juntos como fieles testigos al acto
de apertura de ese cofre literario, donde nuestro vate depositó, sus más bellos
tesoros, labrados a los largo de medio siglo.
Sin
embargo con el paso de los días, mi tristeza se vio amenguada, cuando recibí de
manera virtual esa reciente publicación; y mi felicidad se acrecentó al
percatarme que fue el mismo Winston, quien me la enviaba. Para mi fue una
sorpresiva y quizá una inmerecida deferencia por la cual me sentí sumamente
honrado. Es que con Winston Orrillo -quien fuera mi maestro en San Marcos, hoy
mi más distinguido colega periodista, pero sobretodo mi dilecto amigo- siempre
nos mantenemos en contacto a pesar de la distancia que no
separa.
A
través de su “Poesía esencial”, El Poeta
nos muestra sus diferentes facetas o caracteres de su persona, y que se deja
traslucir en su poesía amorosa y romántica, que se complementa con la poesía
política, reflexiva, que lanza su voz contra la injusticia y la desigualdad,
pero también notamos su amor hacia los animales reflejada a través de “Benita”
su gata querida “nieta de León” que fuera protagonista de su libro “poemas para
un gato… En fin hablar de Winston Orrillo, es hablar de una de las
personalidades más vitales y controversiales de la actual literatura
peruana.
Me
hubiera agradado colocar todos los poemas, pero no fue posible por motivos de
espacio… Por ahora los dejaré disfrutando de estas perlas literarias de Winston
Orrillo.
CUANDO
DESPIERTE
Cuando
despierte
en
otro cuerpo
y
mis
manos
(las
otras)
parezcan
hojas
mordidas
por los años,
¿qué
haré
para
reconocer
tu
vida
viviendo
en
otro cuerpo?
A
LA ESPERA DEL DÍA
Habito
en mi cabaña
de
huesos y de nervios
a
la espera del día
en
que tú te aparezcas:
portadora
del día,
mensajera
del alba,
muchacha
de ojos claros
como
el agua
y
el viento.
UN
FLORIPONDIO
A
Juan Gonzalo Rose
He
visto un floripondio en Miraflores.
Yo
he nacido en los barrios populares.
En
la calle Naranjos he atisbado
catorce
inviernos juntos (¡cómo duelen!).
Y
allí en mi vieja casa, y esmaltado,
un
tibio floripondio como amigo.
Mamá
lo defendía de los bichos.
Mis
hermanos jugaban a su sombra.
Era
el tiempo en que aún era posible
cantar,
silbar, dormirse sin premura.
Después
nos alejamos de la casa.
Allí
quedó la infancia atravesada
entre
el patio, el jardín y las ventanas.
¡Mucho
tuve que andar sobre la tierra
buscando
un floripondio y un amigo!
Y
ahora está a metro y medio de mis manos:
en
un lacio jardín de Miraflores.
Lo
separan de mí las alambradas,
una
placa en la puerta, un apellido,
un
áspero mastín, todo un Sistema.
Y
entonces me despierto convencido:
No
es éste, en voz muy alta lo proclamo,
el
tibio floripondio de mi infancia
esculpida
en los barrios populares.
MI
TÍA TERESA
No
tuvo hijos ni flores en su casa.
Practicaba
el deporte del cariño
para
el otro, el ajeno, el fugitivo.
Mi
tía siempre fue muy alejada
del
torvo reclamar las regalías.
La
recuerdo mirándose al espejo
y
diciendo: “Jesús, el tiempo vuela,
yo
voy siempre detrás del almanaque”.
Se
llamaba Teresa, la recuerdo:
Un
Quijote con faldas y sin armas,
un
antiguo dulzor y para muestra
un
novio jubilado y con diabetes.
La
recuerdo barriendo y espantando
el
anzuelo y la cresta de la muerte.
TU
SEXO ES UN PAISAJE
Tu
sexo es como una de esas viejas
casas
pintadas de amarillo
que
en la calle Naranjos
mi
infancia fracturaron.
Yo
recorro tu sexo: reconozco
sus
muros, las verandas
me
sirven de ilesa apoyatura;
sus
amadas planicies, su
serie
de losetas, la
ventana
hacia
el
patio, el
peldaño
que
falta:
todo
me
reconduce
a
la calle
Naranjos,
al
jirón
olvidado,
al
borde
de
una acequia
donde
mamá
mojaba
sus
tobillos
confusos.
CANTIGA
POR TÚPAC AMARU
Túpac
Amaru, cacique claro,
cuatro
caballos o cuatro truenos
no
consiguieron desembarcarte
del
heroísmo, que fue tu nave.
Fue
en Tungasuca donde la afrenta
se
hizo vindicta, fruta madura,
espiga
indemne. Fue en Sangarara
donde
la Historia, como doncella,
quitó
sus velos, hizo la venia
y
a la miríada de poblaciones
llegó
la nueva: Túpac Amaru,
cacique
claro, espuela al viento,
con
la justicia se ha desposado.
¿CÉSAR
VALLEJO HA MUERTO?
Para Alejandro Romualdo
“César Vallejo ha muerto, le
pegaban
todos sin que él les haga nada…”
C.
V.
César
Vallejo ha muerto
y
viudas y cuñados
bomberos
policías
estilistas
doctores
preparan
un sarao.
César
Vallejo
escapa
del banquete
escóndete
en mi pieza
enfúndate
en mi capa
y
viaja en aeroplano
muy
lejos de esta villa.
César
Vallejo
te
escribo y te relato
los
acuerdos del foro.
Te
cuento sí al detalle
las
ponencias los dengues
sobre
tu poesía. Te mandaré
las
fotos de tus inquisidores. Y
también
las protestas
airadas
de
Georgette.
César
Vallejo escucha
no
te enfades: se te
lee
en el templo. Las
monjas
te recitan y
los
diarios te inventan
periplos
biografías.
Mas
eso ya no importa
porque
hay otros que dicen:
Tu
piedra y tus hermanos
tu
palo tu osamenta
el
jueves los hoteles
las
estrellas Alfonso
todos
vienen hoy
día:
todos llenos
de
lluvia caminando
cantando
testigos
combatientes
guitarras
y
pañuelos al
fin
de la
batalla
repitiendo:
¡Vallejo
valor
vuelve
a
la
vida
pero
ya
sin
la soga
ni
el húmero
en
astillas
mas
sí
con
Pedro
Rojas
y
Ramón
y
los
niños y
España
camarada
sin
cáliz
ni
Caudillo!
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miércoles, 18 de diciembre de 2013
“Poesía esencial” de Winston Orrillo. Un cofre literario, con una bella antología personal
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