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lunes, 5 de noviembre de 2012

Alberto Cavalcanti revitalizó la historia del cine brasileño

        
La trayectoria de Alberto Cavalcanti se entrelaza con la historia del cine. Artista y artesano apasionado, hizo de todo: fue escenógrafo, ingeniero de sonido, guionista, montador, director y productor.

Acompañando las grandes rupturas representadas por el paso del cine mudo al de sonido y del cine en blanco y negro al cine en color. Gran experimentador, utilizó sin perjuicios casi todas las tecnologías fílmicas. Trabajó, también, en la televisión y en el teatro y dio clases en la Universidad de California.
Carioca de familia pernambucana, nacido en 1897, Alberto Cavalcanti empezó su carrera en París, donde se especializó en escenografía, luego de estudiar Bellas Artes y Arquitectura en Suiza. Después de trabajar con Marcel L’Herbier y Louis Delluc, dirigió su primera película en 1926, a la cual le siguieron docenas de cortometrajes. Participó de los movimientos de vanguardia franceses en los años 20.

Con el advenimiento del cine hablado fue contratado por Paramount y realizó versiones sonoras, en francés y en portugués, de 21 películas producidas en Hollywood. Sus teorías innovadoras sobre la función de los ruidos y las palabras en la narrativa cinematográfica atrajeron la atención de productores ingleses.
Cavalcanti se mudó a Londres en 1934, donde contribuyó al desarrollo del documental moderno. Durante la guerra, se especializó en largometrajes de ficción, incluyendo un clásico de horror, Na Solidão da Noite, y una adaptación del romance Nicholas Nickleby, de Charles Dickens. Volvió a Brasil a fines de los años 40, luego de haber trabajado en 10 países europeos durante 36 años.

Participó de la creación de Vera Cruz, en São Paulo, fundamental para que el cine nacional diese un salto en la calidad técnica. Después de supervisar la producción de decenas de largometrajes, como Caiçara e Terra é Sempre Terra, se mostró disconforme al no poder tratar, como a él le gustaría, temáticas brasileñas. Dejó la empresa a fines de 1951 para montar su propio estudio, Kino Filmes. Dirigió su primera película brasileña en 1952, Simão, o Caolho, a la cual siguieron O Canto do Mar (1953), mezcla de documental y ficción que retrataba la miseria en la que vivía parte de la población de Pernambuco, y Mulher de Verdade (1954).
En 1952, escribió el libro Filme e Realidade. Criticado por su ideología de izquierda y disconforme con el marasmo de la vida cultural brasileña, volvió a Europa, donde dirigió O Senhor Puntilla e Seu Criado Matti, adaptación de la obra de Brecht. Alberto Cavalcanti se enorgullecía de haber producido únicamente películas de sello social. Trabajó, también, en Italia y en Austria, concluyendo su carrera en la televisión francesa, en los años 70. Falleció en París, en 1982.

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