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lunes, 18 de abril de 2011

El niño cuzqueño y su amigo el escritor, Eduardo Galeano.

  


Eduardo Galeano, uno de los más destacados escritores de la literatura latinoamericana nos regala una singular narración de un caso que le ocurrió en su viaje al Cuzco – Perú. Disfrútela:
Fue a la entrada del pueblo de Ollantaytambo, cerca de Cuzco. Yo ya me había despedido de un grupo de turistas y estaba solo, mirando de lejos las ruinas de piedra, cuando un niño del lugar, enclenque, haraposo, se acerco a pedirme que le regalara una lapicera.

No podía darle la lapicera que tenia, porque era la que estaba usando en no sé que aburridas anotaciones, pero le ofrecí dibujarle un cerdito en la mano.


Súbitamente se corrió la voz. De buenas a primeras  me encontré rodeado de un enjambre de niños que exigían, a grito pelado, que yo les dibujara bichos en sus manitas cuarteadas de mugre y frio, pieles de cuero quemado: había quien quería un cóndor y quien quería una serpiente otros preferían loritos o lechuzas y no faltaba los que pedían un fantasma o dragón.

En medio de aquel alboroto, un desamparadito que no alzaba mas de un metro del suelo, me mostró un reloj dibujado con tinta china negra en su muñeca:

            - me lo mandó un tío mío, que vive en Lima - me dijo

            - y anda bien - le pregunte

            - atrasa un poco - reconoció

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