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miércoles, 18 de diciembre de 2013

“Poesía esencial” de Winston Orrillo. Un cofre literario, con una bella antología personal

 
Si algo estoy lamentando hasta hoy, es no haber estado en Lima para asistir a la presentación del más reciente libro de Winston Orrillo, denominado “Poesía esencial”. Una antología personal, donde el autor ubica -con el debido respeto y cariño- una selección de sus poemas escritos a lo largo de cincuenta años.
La cita fue el día sábado 16 de noviembre de este 2013, en el Parque Municipal de Barranco, aquel bello y tradicional distrito de Lima, Perú; cuna de poetas, cantantes, pintores, y donde podemos disfrutar además, de ensoñadores, bohemios y románticos lugares. Ahí estaba Winston Orrillo, frente a los poetas, los amigos, los alumnos, los maestros, los amantes de la poesía y los que deseaban conocerlo personalmente. Ahí estaban, todos juntos como fieles testigos al acto de apertura de ese cofre literario, donde nuestro vate depositó, sus más bellos tesoros, labrados a los largo de medio siglo.
Sin embargo con el paso de los días, mi tristeza se vio amenguada, cuando recibí de manera virtual esa reciente publicación; y mi felicidad se acrecentó al percatarme que fue el mismo Winston, quien me la enviaba. Para mi fue una sorpresiva y quizá una inmerecida deferencia por la cual me sentí sumamente honrado. Es que con Winston Orrillo -quien fuera mi maestro en San Marcos, hoy mi más distinguido colega periodista, pero sobretodo mi dilecto amigo- siempre nos mantenemos en contacto a pesar de la distancia que no separa.

A través de su “Poesía esencial”,  El Poeta nos muestra sus diferentes facetas o caracteres de su persona, y que se deja traslucir en su poesía amorosa y romántica, que se complementa con la poesía política, reflexiva, que lanza su voz contra la injusticia y la desigualdad, pero también notamos su amor hacia los animales reflejada a través de “Benita” su gata querida “nieta de León” que fuera protagonista de su libro “poemas para un gato… En fin hablar de Winston Orrillo, es hablar de una de las personalidades más vitales y controversiales de la actual literatura peruana.

Me hubiera agradado colocar todos los poemas, pero no fue posible por motivos de espacio… Por ahora los dejaré disfrutando de estas perlas literarias de Winston Orrillo.
 

CUANDO DESPIERTE

Cuando despierte
en otro cuerpo
y
mis manos
(las otras)
parezcan hojas
mordidas por los años,
¿qué haré
para reconocer
tu vida
viviendo
en otro cuerpo?
 
 
A LA ESPERA DEL DÍA
Habito en mi cabaña
de huesos y de nervios
a la espera del día
en que tú te aparezcas:
portadora del día,
mensajera del alba,
muchacha de ojos claros
como el agua
y el viento.
 
 
UN FLORIPONDIO
A Juan Gonzalo Rose
 
He visto un floripondio en Miraflores.
Yo he nacido en los barrios populares.
En la calle Naranjos he atisbado
catorce inviernos juntos (¡cómo duelen!).
Y allí en mi vieja casa, y esmaltado,
un tibio floripondio como amigo.
Mamá lo defendía de los bichos.
Mis hermanos jugaban a su sombra.
Era el tiempo en que aún era posible
cantar, silbar, dormirse sin premura.
Después nos alejamos de la casa.
Allí quedó la infancia atravesada
entre el patio, el jardín y las ventanas.
¡Mucho tuve que andar sobre la tierra
buscando un floripondio y un amigo!
Y ahora está a metro y medio de mis manos:
en un lacio jardín de Miraflores.
Lo separan de mí las alambradas,
una placa en la puerta, un apellido,
un áspero mastín, todo un Sistema.
Y entonces me despierto convencido:
No es éste, en voz muy alta lo proclamo,
el tibio floripondio de mi infancia
esculpida en los barrios populares.
 
 
MI TÍA TERESA
No tuvo hijos ni flores en su casa.
Practicaba el deporte del cariño
para el otro, el ajeno, el fugitivo.
Mi tía siempre fue muy alejada
del torvo reclamar las regalías.
La recuerdo mirándose al espejo
y diciendo: “Jesús, el tiempo vuela,
yo voy siempre detrás del almanaque”.
Se llamaba Teresa, la recuerdo:
Un Quijote con faldas y sin armas,
un antiguo dulzor y para muestra
un novio jubilado y con diabetes.
La recuerdo barriendo y espantando
el anzuelo y la cresta de la muerte.
 
 
 
TU SEXO ES UN PAISAJE
Tu sexo es como una de esas viejas
casas pintadas de amarillo
que en la calle Naranjos
mi infancia fracturaron.
Yo recorro tu sexo: reconozco
sus muros, las verandas
me sirven de ilesa apoyatura;
sus amadas planicies, su
serie de losetas, la
ventana hacia
el patio, el
peldaño que
falta: todo
me reconduce
a la calle
Naranjos, al
jirón olvidado,
al borde
de una acequia
donde mamá
mojaba
sus tobillos
confusos.
 
 
 
CANTIGA POR TÚPAC AMARU
Túpac Amaru, cacique claro,
cuatro caballos o cuatro truenos
no consiguieron desembarcarte
del heroísmo, que fue tu nave.
Fue en Tungasuca donde la afrenta
se hizo vindicta, fruta madura,
espiga indemne. Fue en Sangarara
donde la Historia, como doncella,
quitó sus velos, hizo la venia
y a la miríada de poblaciones
llegó la nueva: Túpac Amaru,
cacique claro, espuela al viento,
con la justicia se ha desposado.
 
 
 
¿CÉSAR VALLEJO HA MUERTO?
Para Alejandro Romualdo
“César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada…”
C. V.
 
César Vallejo ha muerto
y viudas y cuñados
bomberos policías
estilistas doctores
preparan un sarao.
César Vallejo
escapa del banquete
escóndete en mi pieza
enfúndate en mi capa
y viaja en aeroplano
muy lejos de esta villa.
César Vallejo
te escribo y te relato
los acuerdos del foro.
Te cuento sí al detalle
las ponencias los dengues
sobre tu poesía. Te mandaré
las fotos de tus inquisidores. Y
también las protestas
airadas
de Georgette.
César Vallejo escucha
no te enfades: se te
lee en el templo. Las
monjas te recitan y
los diarios te inventan
periplos biografías.
Mas eso ya no importa
porque hay otros que dicen:
Tu piedra y tus hermanos
tu palo tu osamenta
el jueves los hoteles
las estrellas Alfonso
todos vienen hoy
día: todos llenos
de lluvia caminando
cantando testigos
combatientes guitarras
y pañuelos al
fin de la
batalla
repitiendo:
¡Vallejo
valor
vuelve
a
la
vida
pero
ya
sin la soga
ni el húmero
en astillas
mas sí
con Pedro
Rojas y
Ramón y
los niños y
España
camarada
sin cáliz
ni Caudillo!

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